"Antes de entrar en el automóvil miró por encima del hombro para estar segura de que nadie la acechaba". Así empieza la obra de Gabriel García Márquez que narra el secuestro colectivo de diez personas, la mayoría periodistas, que tuvo lugar en Colombia en el año 1991. Márquez, entra de pleno en un mundo completamente ajeno y desconocido para aquellos que han nacido en Europa a finales del siglo XX. Un mundo que, como la primera frase de la novela ya deja entrever, se basa en el terror, el miedo y los atentados. A través de la novela, pues, aterrizamos en la Colombia de principios de los años 90 caracterizada por el fuerte poder de los narcotraficantes y sobretodo de una persona, Pablo Escobar, considerado uno de los mayores criminales de la historia. Basándose en el testimonio de los secuestrados que sobrevivieron y con especial protagonismo de Maruja Pachón y su marido Alberto Villamizar, el lector es capaz de recrear aquellos meses de incertidumbre y espera para todo un país hasta su liberación.
"Los Extraditables". Así conocía todo el mundo a la organización que planeó los diez secuestros y cuyo lema, diversas veces mencionado en el libro, era: "Preferimos una tumba en Colombia que una cárcel en Estados Unidos". Como su nombre indica el objetivo de los secuestradores era conseguir su no-extradición así como rebajar su pena de cárcel al entregarse. En efecto, se llegó a tal punto de violencia que el objetivo de todas las partes era llegar a una solución pacífica donde poder garantizar la seguridad de todos. Los componentes de la organización estaban, pues, dispuestos a entregarse a cambio de seguridad para ellos y sus familias. Sin embargo, este acto de buena voluntad "por la paz de Colombia" no esconde el rastro de sangre que dejaban tras ellos. Márquez narra a lo largo de la novela una serie de atrocidades y atentados diversos que ponen la piel de gallina. Pero, naturalmente, este no es un caso aislado de Colombia. Las noticias plasman día a día atentados y secuestros en prácticamente todo el mundo y en cambio la gente no presta demasiada atención ya que se está convirtiendo en algo tristemente habitual y cotidiano. Sin embargo, Márquez, con su obra, no puede dejar a ningún lector indiferente. Es imposible no sentirse afectado cuando se narra como personas inocentes son encerradas como animales en habitaciones minúsculas, sin derecho a moverse ni a hablar y con 2 metralletas con sus respectivos guardianes acechando día y noche. O cuando describe el rostro de los secuestrados en el momento en que un guardián pronunciaba: "Ya nos vamos, alístese" generando terror ante la incertidumbre de no saber si iban a ser liberados o asesinados. Esta novela sin duda obliga a reflexionar seriamente sobre diversas cuestiones y plantea también muchas preguntas, pero, la que retumba en mi cabeza con más fuerza es: ¿Qué derecho creen tener aquellos que deciden sobre la vida de los demás? ¿Por qué, si ellos luchan por su "libertad" y seguridad tienen que privar a otros de la suya? ¿Por qué los protagonistas de la novela, así como muchas otras personas inocentes, han tenido que ser víctimas de tales situaciones? Estas son, desgraciadamente, preguntas posiblemente sin respuesta. Y es que vivir en un país como España hace pensar que el mundo ha evolucionado de forma muy favorable en los últimos siglos. Se trata de un largo proceso que no ha acabado pero cuyos resultados son ya muy palpables: democracia, mayor igualdad en todos los ámbitos, gran disminución de la violencia etc... No obstante hay que mirar más allá. Tan solo un telediario, un periódico o una novela como la comentada sirven para darse cuenta que la violencia existe, que los conflictos continúan resolviéndose a través de guerras y de número de muertos y que finalmente no somos un mundo tan avanzado como creemos.
Por otra parte, y retomando una idea ya mencionada, los secuestros que narra García Márquez en la novela no son hechos aislados. Colombia ha sido, muy a su pesar, protagonista en diversas ocasiones de sucesos parecidos. Los narcotraficantes y las guerrillas tienen un gran poder y nombres como los "Extraditables" o las FARC han sido muchas veces portada de periódicos de todo el mundo. Esta novela obliga, sin duda, a recordar casos como el de Ingrid Betancourt, secuestrada por las FARC durante un total de 6 años, 4 meses y 9 días. Fue finalmente liberada gracias a una operación de inteligencia militar conocida como “Operación Jaque” y se ha convertido actualmente en un símbolo de las víctimas por el terrorismo. Otro caso más cercano y reciente es el secuestro de tres cooperantes catalanes de la ONG Acció Solidària que fueron capturados en Mauritania. Los tres fueron liberados meses después presuntamente a cambio de una suma considerable de dinero entre otras condiciones, aunque el gobierno nunca lo ha confirmado.
Finalmente, quiero destacar un hecho del libro que me ha llamado especialmente la atención: el encarcelamiento de “los Extraditables”. Así es como finaliza el libro, de una forma prácticamente utópica. Después de duras negociaciones, y por supuesto muchas muertes, Pablo Escobar accede a entregarse junto con su organización mediante la intervención de Alberto Villamizar, político Colombiano y marido de una de las secuestradas, Maruja Pachón, y del padre García Herrero. Pese a este increíble desenlace, el epílogo nos permite volver a la realidad y pone en evidencia, una vez más, la complejidad de estos casos. La cárcel, no solo se convirtió en un lugar seguro para los narcotraficantes sino que García Márquez la describe como “una hacienda de cinco estrellas con toda clase de lujos donde Escobar vivió ocupado en sus asuntos y negocios, y además con el poder del Estado a su servicio”. Pero esto no acaba aquí, después de los meses de sufrimiento que los Colombianos tuvieron que soportar antes de encarcelar a los Extraditables, y sobretodo de los 120 millones de pesos invertidos en convertir la cárcel en un bunquer técnicamente inaccesible, Pablo Escobar escapó caminando sin más con sus escoltas por los bosques cercanos al recinto. No sé exactamente que me resulta más inverosímil, si la facilidad para escapar de Escobar o el simple hecho de que se permitiera que la cárcel fuera un centro logístico de los narcotraficantes.